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domingo, 23 de diciembre de 2018

EL FASCISMO SE DISFRAZA DE INDEPE Y BORROKA

Agredir a un periodista o atentar contra una cruz son las nuevas hazañas de unos fascistas disfrazados de indepes y borrokas. No me gusta nada el estilo provocador de Cake Minuesa, a quien sacudieron un puñetazo en directo mientras cubría para Intereconomía las manifestaciones de Barcelona contra la reunión del Consejo de Ministros. Sin embargo, reivindico su derecho a decir lo que piense y a emplear el micrófono para su cruzada en defensa de España. No soy católico, pero como vitoriano me he sentido ofendido por el intento de unos borrokas de derribar la Cruz de Olárizu. Vivimos tiempos convulsos en los que el Pensamiento Único da licencia a algunos para usar la violencia contra el diferente. ¿Qué hervor le falta a su inteligencia? ¿Qué les hace saltar de la indignación al puñetazo? ¿Se han creído que la vida es un videojuego?
EL LÁTIGO-MICRÓFONO DE CAKE MINUESA
Estoy en las antípodas del periodismo que practica Cake Minuesa. Alguna vez he coincidido con él en las calles y no me gusta que use el micrófono como látigo contra izquierdistas o independentistas. La liturgia de las ruedas de prensa no se ha hecho para él, le encanta saltarse el protocolo y preguntar cuando y como le da la gana. Convierte cualquier acto informativo en un espectáculo a su servicio. Tampoco ha inventado nada. Ese tipo de periodismo lo importaron desde Argentina los reporteros de Caiga Quien Caiga. Como espectador, me gusta que se incomode al político corrupto o tramposo, pero me fastidia que se le toque las narices al ciudadano corriente y moliente. Sin embargo, defiendo el derecho de Cake Minuesa a ejercer el periodismo como le dé la gana.
CRUZ DE OLÁRIZU: SANTA MISIÓN BORROKA
En 1952, un grupo de vitorianos pusieron en marcha una suscripción popular para levantar una cruz



en el Alto de Olárizu. Entre aquellos gasteiztarras había miembros de conocidas familias nacionalistas. Les unía el fervor religioso y quisieron celebrar así el primer aniversario de la Santa Misión de Vitoria, que durante 15 días inundó la ciudad de misioneros católicos a la búsqueda de la conversión de los tibios, despistados o infieles. Un gobernador civil quiso apropiarse de la idea y acabó imponiendo una leyenda al pie de la Cruz en homenaje a los "sacerdotes caídos por Dios y por la Patria". Finalmente, no hubo inauguración y hoy día ya no se pueden leer en la base del monumento los nombres de los curas asesinados en la Guerra Civil en Álava.
Base de la cruz, tras el sabotaje. (Foto El Correo)
Esta pasada semana, de noche, unos desconocidos armados con una taladradora y una radial atentaron contra la Cruz de Olárizu. La principal pista que sigue la policía para detener a estos saboteadores es un vídeo con imágenes del sabotaje que enviaron a la emisora Hala Bedi. Debieron sentirse unos héroes del Pueblo Vasco. En el mes de abril, 7 de los 210 vecinos de la Junta Administrativa de Mendiola aprobaron el derribo o traslado del monumento. Otros 3 ciudadanos votaron en contra en aquel concejo. Para lograr esa pírrica victoria, los mandamases de la Junta ocultaron en el Orden del Día que se iba a celebrar esa votación, camuflándola bajo el concepto "resolución" y no avisaron a todos los vecinos. Ahora pueden celebrar con una kalejira o una cena popular los graves desperfectos causados a la Cruz. Son miles y miles los vitorianos que, más allá de polémicas políticas o religiosas, suben cada mes de septiembre al Alto de Olárizu. Es una tradición que se mantiene desde 1847. Esta mañana de domingo pienso volver a subir para ver la "hazaña" de esos borrokas. ¿Fascistas? Sí. Entre Vox, los indepes y los derribadores de cruces nos van a dar las navidades.

1 comentario:

Ismael dijo...

Buen articulo Manuel! Menos mal que no vivimos en Rio de Janeiro...